Estancia “La Candelaria”
Simple, lejana, dotada de memoria
La estancia fue denominada "La Candelaria" en homenaje a la Virgen de las Candelas, cuya fiesta se conmemora el 2 de febrero de cada año.
Turismo rural y cultural en plena Sierras de Córdoba
Una vez más salimos a recorrer los
caminos serranos. Buscamos en esta ocasión entrar en contacto
directo con la naturaleza, el paisaje y la historia, con la clara
sensación de que era el día ideal para tomar rumbo hacia el la
Estancia “La Candelaria”, localizada al norte de las Sierras
Grandes, a 1200 msm, en el Departamento Cruz del Eje.
Partiendo desde Córdoba Capital, está ubicada a 120 km hacia el noroeste. Si se ingresa por la ruta 28, desde Tanti se recorren 73 km. de montaña, pasando por la base del segundo cerro más alto de Cordoba, “Los Gigantes” y también por el “Rio Yuspe”, lugares de un atractivo natural cautivantes.
La Estancia “La Candelaria” forma parte del sistema de estancias jesuíticas, ( seis ) establecimientos rurales productivos situados en el interior de la Provincia, las cuales aseguraban el sustento económico de la obra material y espiritual de la acción de la Orden de los Jesuitas en Córdoba.
Entre los años 1599 ( fecha de la llegada de los Jesuitas a Córdoba ) y 1767, ( cuando se produce su expulsión por Real Cédula de Carlos III de España ), la Companía de Jesús estableció un sistema espiritual-cultural, productivo y espacial único en América Latina, dejando huellas imborrables. En 1941, la Estancia fue declarada Monumento Histórico Nacional y el gobierno provincial la adquirió en 1982. Reconociendo sus valores patrimoniales e históricos, La UNESCO la declaró Patrimonio de la Humanidad en el año 2000.
Las
tierras de Vera Mujica donadas a la Companía de Jesús
Los conquistadores, empezaron a
convertirse en pobladores de las comarcas que rodeaban a la ciudad de
Córdoba. Por el sistema de mercedes reales fueron apropíandose de
extensiones considerables de tierras – espacios poblados
originariamente por indios y caciques que fueron paulatinamente
desplazados- y en ellas establecían un núcleo de población: la
estancia. Estos fueron los vecinos feudatarios. Por via de este
sistema el capitán García de Vera Mujica obtenía en 1619 del
Gobernador Quiñones Osorio una merced de tierras junto al rio
Guamanes y hacia la cordillera ( Achala ) donde pobló una estancia,
ubicada a 14 leguas de la ciudad de Córdoba, en el camino denominado
de Salsacate, que luego acrecentaría con más tierras.
Este feudo del noroeste cordobés,
poblado por García de Vera fue el núcleo originario de la gran
explotación que luego habrían de organizar los Padres de la
Companía de Jesús que se conoce como Estancia y Potreros de la
Candelaria ( este último período abarca desde mediados del siglo
XVIII hasta la expulsión de los Padres en 1767 ).
En la estancia se criaban ovejas,
vacas, asnos, ( para la obención de mulas, fuente de mayor riqueza
), bueyes mansos, caballos. Muerto García, le siguió su esposa (
Doña Juana de Bustamante ), sus hijas y el heredero de la estancia
de la Sierra Grande, don Francisco de Vera y Mujica, quien en 1683, a
los 65 años, donó a favor del Noviciado de la Companía de Jesús
gran parte de las tierras ( 55000 hectáreas ) que eran de su
propiedad en el terriotorio de Córdoba ( Las tierras del rio Pintos
y Ocombis, son los campos situados al naciente del rio Guamanes -la
vieja estancia de su padre García de Vera- y un poco al sur del
asentamiento propiamente llamado “Estancia de la Candelaria”).
Francisco de Vera, sin heredero
legítimo, escribió en el texto de la donación: “ ...por cuanto
yo tengo y debo muchos y repetidos servicios al Noviciado de la
Companía de Jesús de esta Provincia y haberme asistido en mis
enfermedades y necesidades con suplementos de plata y aún lo preciso
para mi congruo sustento de muchos y buenos servicios causas todas
que piden precisa remuneratoria...”
Al entrar los Padres en posesión de
las tierras de Vera Mujica, además de las tierras había
edificaciones para habitar, guardar y administrar e instalaciones de
trabajo rural y ganado.
Los Padres aplicaron su experiencia
organizativa a lo obtenido en la donación. La estancia central la
establecieron junto al Rio Guamanes, en la antigua posesión que
tenía don García de Vera en 1622, que ya se llamaba “La
Candelaria” donde se fueron agregando construcciones para las
actividades del establecimiento. Entre 1683 y 1695 terminaron la
iglesia, completaron el claustro y completaron las obras de
ingeniería hidraúlica que necesitaban para el molino y desagüe.
“La Candelaria”: centro de
producción
La Candelaria se integraba con las
tierras donadas por Vera ( doce leguas de norte a sur ) y en este
asiento hicieron los Padres sede central. El casco constaba de
habitaciones.
Se agregaron las dependencias destinadas a talleres,
molinos, batanes, tajamar, hornos, etc. Todo esto lo hicieron los
Padres para equipar un importante centro de producción primaria de
ganados y huertas.
La edificación era de piedra y barro
enlucido con cal, también se usó ladrillo cocido alli mismo.
Además de las habitaciones de los
Padres y la capilla, la estancia constaba de patios y ranchería (
habitación de los esclavos ) y, en el primer inventario se encuentra
una descripción que registra un refectorio de los Padres, un sótano
que habría servido de cárcel para los esclavos.
De los obrajes se obtenían telas de
algodón y lana, muebles, vigas de la construcción, madera labrada
para puertas, objetos de herrería.
En la estancia había intenso tráfico
de vacunos y mulares, con envios a las otras estancias y a la Rioja.
Los telares de algarrobo, el molino,
los hornos de cocer pan y ladrillos, los corrales de piedra o pircas
para la hacienda.
Su arquitectura es más sencilla que la
de otras estancias, los adornos son simples, con un coro al que se
accede por el exterior.
Según los inventarios, la iglesia
contaba con los elementos y libros de culto, de plata, las vestiduras
de brocatos con flores de oro y seda, galones de plata y de oro fino,
un arpa, una guitarra y un violín, la imagen de la Virgen Nuestra Señora
de La Candelaria con su niño en brazos entre otras imágenes, un
crucifijo, candeleros...
Hay un confesionario metido en la pared
debajo del púlpito, una pila de agua bendita, dos sacristías en su interior.
En 1767 llegó a "La Candelaria" la orden
de expulsión de los Padres de la Companía, los esclavos de los
diferentes puestos ( Jacinto, el negro Bartolomé, José, Vicente,
Ramón, Juan, Gerónimo...) comenzaron a recoger la hacienda para el
inventario. El inventario de esclavos dio como resultado 90 varones,
94 mujeres, cuya tasación oscilaba entre 50 y 200 pesos. Todos eran
africanos comprados en el puerto de Buenos Aires y trasladados en
carretas a Córdoba por los Padres. En "La Candelaria" quedaron sólo
39 esclavos con sus mujeres e hijos, el resto había sido trasladado
a Córdoba para su venta y otros habían huido. Asi fue
desapareciendo la población africana esclava de "La Candelaria" hasta
su extinción como unidad productiva y la subdivisión de sus
tierras.
En el camino de la historia
Al preguntarnos por los caminos que
llevaban a la Sierra Grande, Gustavo Sarria en su libro “La
Candelaria. Una explotación jesuítica del siglo XVII”, hace
referencia a los expedientes examinados en el Archivo Histórico de
Córdoba donde se menciona la pregunta del procurador de la Companía
y representante del Colegio Máximo sobre si sabían “... qué
camino va desde la estancia de San Antonio para el puesto del Potrero
sea o haya sido camino real para ir desde Córdoba a Salsacate y si
lo es , o ha sido, por qué cuesta iba dicho camino desde esta ciudad
para pasar por la dicha estancia ( San Antonio ). El único testigo a
quien se le recibió declaración en Córdoba el 26 de abril de 1755
fue Ignacio Quiñones, de ochenta años quien dijo: que nunca ha oido
decir que el camino que cita la pregunta fuese Camino Real para
Salsacate”. Por lo que el autor afirma que el único Camino Real ..."en
1755 era el que por San Roque y Tanti subía a la Sierra.”
No queda dudas, "La Candelaria" forma
parte del patrimonio cultural de Córdoba, emplazada en la soledad y
lejanía de las sierras, pero rodeada del encanto y la frescura de
los ríos cercanos, su cielo límpido y un silencio atrapado en la memoria de los caminos de
la historia.
Texto y fotos: Ana Claudia Simes
www.cultura.gov.ar
Te:
0351-4333425
Bibliografía:
Sarría, Gustavo. “La Candelaria. Una explotación jesuítica del
siglo XVII”. Ediciones del Copista. Segunda edición. 1999
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